Si algo he aprendido a lo largo
de mi vida es que el destino sí existe. La vida, a lo largo de todas nuestras
vivencias, nos va colocando a las personas que necesitamos en ese mismo
instante. Unas serán de nuestro agrado, otras no, pero de todas tendremos que
aprender una nueva lección.
La escritora Noe Casado presenta una perfecta combinación de amor y grandes
dosis de erotismo en una novela ambientada en un pequeño y monótono pueblo de
Burgos en el cual reside Olivia junto a su sobrina Julia.
A Lewis, el protagonista de “Treinta
noches con Olivia”, la vida, a través de su padre, le podrá en su
camino a Olivia. ¿El destino? Sí. Olivia, una chica que acaba de
dejarlo con su novio después de casi cinco años juntos en los que predominaba
la rutina y la falta ya, de deseo sexual.
Diferencia de clases, de
costumbres, de carácteres, pero una radiante atracción sexual, quizás por ser
tan diferentes el uno del otro. ¿La unión entre ambos? Julia, una
adolescente que suelta por su boca todo lo que le pasa por la mente, para
horror de Lewis, su hermanastro.
La famosa frase “¡joder, no se si voy a aguantar!”, esa
frase que ninguna mujer quiere escuchar cuando está sin bragas y excitada, es
la frase que protagoniza el primer contacto sexual entre Olivia y Lewis. Una pareja
que se odia pero que a la vez tiene una increíble atracción sexual. Y es que a
pesar de que en el día a día sean lo más opuestos, en la cama sus diferencias
marcan el punto exacto de excitación.
Sexo puro y duro, sexo visual,
sexo que te excita, y si no lo crees… ¡lee, lee! “Ella separó las piernas al notar cómo la mano de él bajaba desde el
estómago hasta su pubis y sin perder el tiempo presionaba su clítoris, ahora
más hinchado y más necesitado que nunca. Noto cómo me aprietas la polla, lo
deliciosamente estrecha que estás”.
Sin duda, una historia en la que se refleja cómo se pasa del
más puro odio al cariño y ¿por qué no? al amor. Un amor que nace de la pasión y
del sexo desenfrenado, sin importar el dinero o las clases sociales.
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